23/3/10

LA IMPORTANCIA DEL PELUCHE




Un mundo de peluche


El niño, de apenas cuatro años de edad, se aferraba fuerte a su muñeco como si su tacto fuera de oxígeno. Lo besaba, lo tocaba y lo golpeaba una y otra vez contra el respaldo del asiento para luego volver a abrazarlo, a besarlo y a tocarlo: Parecía ser el único muñeco del mundo. De su mundo. Del mundo.



Su madre, mientras, me contaba compungida:



- Los Reyes le han traído una Wii, un Scalestric, un helicóptero ¡que vuela y todo! y el muñeco este. ¿Te podrás creer que lleva toda la tarde con el dichoso muñeco? Lo demás, ahí está. Cada cosa, en su caja. Con el dineral que nos ha costado...



Pero el niño continuaba ausente de los reproches maternos asomando ahora la cabeza del muñeco por la ventanilla, señalándolo todo (coches, farolas, perros, transeúntes...), con los mismos ojos de novedad que en Macondo:



"El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo"

La madre no entendía por qué su hijo había elegido aquel muñeco de entre todos los demás regalos (mucho más caros y sofisticados).



Yo sin embargo, le entendía demasiado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

EXCELENTE!! PARA TENER EN CUENTA QUE LOS AFECTOS NO SE REEMPLAZAN POR LAS COSAS COSTOSAS.LO QUE LLENA ES EL AFECTO, EL MIMO, EL JUEGO. VERO

Anónimo dijo...

muy bueno ! silvia l

Anónimo dijo...

me parece muy interesante